futbolNoticias

Perú tumbó a otro candidato al título y está en la final de la Copa

Por: PABLO ROMERO
03 de julio 2019 

Perú no cree en temores, ni en inferioridades ni en favoritismos de nadie; no se achica, no se acompleja. Perú juega como Perú, silencioso, cero ruido, cero alharaca, pero con mucho orgullo, y se trasforma, pone corazón y alma, y fútbol, sobre todo si al frente está Chile, y así dio una nueva sorpresa: lo venció 3-0 y lo eliminó, y está en la final de la Copa América; lo impensado, lo que quizá nadie, ni siquiera en el propio Perú, se imaginaba. Y ahora jugará contra el anfitrión, contra Brasil, el domingo en el estadio Maracaná de Río.

Perú jugó un partido perfecto. No sufrió. Jugó con una tranquilidad sorprendente. Como si enfrente no tuviera a Chile, sino a cualquier equipo de menos envergadura. Sus líneas, ajustadas; sus movimientos, precisos. Un Perú agrandado, aplicado, venido de menos a más en la Copa América. Ya había sacado a Uruguay en cuartos de final, con más trabajo; ahora sacó a Chile en la semifinal, con menos trabajo. Y Chile, ¿qué paso con Chile? Esta no fue la Chile que eliminó a Colombia, esta fue una selección descolorida, plana, deslucida. Otra Chile.

Arturo Vidal no apareció, no rugió. Aránguiz apareció, pero no pudo él solo; Alexis Sánchez no intimidó, no estuvo letal como suele estarlo, y Vargas ni se sintió. Fue una Chile sin dinámica, sin sorpresa. Un equipo sometido, como cansado, como sin ganas.

Perú lo agredió desde el comienzo. Se le plantó en la cancha con coraje y encontró el gol en una jugada veloz. Un pase profundo para el atacante Paolo Guerrero, y Guerrero, que no pierde balón, que lo hace todo bien, que es de los que no se dejan intimidar, encaró, frenó, miró y asistió a Édison Flores, y este solo tuvo que puntearla y la pelota, adentro; iban 21 minutos, y eso ya era todo. El partido no merecía más para Chile porque Chile no tenía cómo, no reaccionaba, y no reaccionó.

Y, en cambio, recibió un segundo golpe mucho más letal. Increíble: el arquero Arias salió de su portería a cortar una jugada, pero no cortó nada; salió a recuperar la pelota, pero no recuperó nada y sí dejó su arco solo, vacío. Carrillo lo sacó, lo dejó en el camino, cruzó la pelota, y de pecho la bajó Yotún, con qué clase, como si no estuviera en Porto Alegre sino en el Maracaná, y remató hacia ese arco desprotegido, y al fondo; otro gol, 2-0. Cuando llegó el portero al arco, cansado, fatigado y derrotado, Perú ya hacía la ola.

En el primer tiempo, Chile fue la sombra de Chile. Era tan flojo su partido que el técnico colombiano Reinaldo Rueda se fue al vestuario antes de que el árbitro Wílmar Roldán pitara el final de esa parte. No quería ver, no quería saber. Su cara era seria, incómoda, porque así estuvo Chile en la cancha, incómodo.

En el segundo tiempo hubo alguna reacción chilena, no se puede negar, pero fue muy tímida: por ahí, Alexis lo intentó con sus remates, y Vidal y Aránguiz también probaron, pero la pelota siempre fue afuera o se encontró con los brazos del buen arquero Gallese, que fue vital y defendió su arco con valentía, con qué reflejos, como cuando Beausejour le tiró un remate englobado y de alguna manera sacó el brazo y mandó la pelota afuera. Gallese también tuvo méritos, muchos méritos en esta victoria. Un arquero muy salido.

Y llegó uno más, el tercero para Perú, para liquidar y no dejar duda, por si alguien aún las tenía. Y fue el premio para un gladiador, para Paolo Guerrero, que recibió un pasesote filtrado de Tapia, y Guerrero encaró, le amagó al arquero con la serenidad de los goleadores más letales, y su remate fue de gol, 3-0, goleada impensada: alerta, otra sorpresa en la Copa América.

Chile tuvo el consuelo. Una falta sobre Aránguiz, el único chileno que sobresalió; penalti, penalti que requirió del VAR; Roldán revisó y sí, penalti. Pero Eduardo Vargas cobró como si el partido lo fueran ganando por goleada. El rematico ese sin alma, picó la pelota y Galesse, que había sido una muralla en todo el partido, le atajó otra vez con un brazo de acero. Y eso fue ya todo. Chile se despide dejando muchas dudas. Porque era favorito, porque venía de eliminar a Colombia de manera sobresaliente, y ahora se vio sometido de principio a fin por un rival que tuvo como fórmula el orden y el esfuerzo.

A la final va Perú, contra todo pronóstico; ya había dejado a Uruguay; ahora, a Chile. Va por Brasil, el mismo con el que perdió 5-0 en la primera fase. Más le vale a Brasil no subestimar, no mirar con desdén a su rival en el Maracaná el domingo, porque los peruanos ya demostraron que tienen mucha ambición.

PABLO ROMERO
Enviado especial de EL TIEMPO