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El Papa destaca el acto de generosidad que supone la donación de órganos

El Papa Francisco. Foto: Marina Testino / ACI Prensa

Ante la cultura y las amenazas contra la vida que se producen casi a diario, como el caso del aborto y la eutanasia, el Papa Francisco destacó la solidaridad y el acto de generosidad que supone la donación de órganos, que ayuda a entender “que la vida es algo sagrado”.

“De nuestra misma muerte y de nuestro don, pueden brotar la vida y la salud de otros, enfermos y que sufren, contribuyendo a reforzar una cultura de la ayuda, del don, de la esperanza y de la vida”.

El Santo Padre recibió en el Vaticano este sábado 13 de abril a los voluntarios de la Asociación Italiana de Donantes de Órganos y, ante ellos alabó que “los avances de la medicina en materia de trasplantes han hecho posible la donación de órganos después de la muerte y en algunos casos también en vida (como en el caso del riñón) para salvar otras vidas humanas, para conservar, recuperar y mejorar el estado de salud de muchas personas enfermas que no tienen otra alternativa”.

Explicó que “la donación de órganos responde a una necesidad social porque, a pesar de los avances de muchos tratamientos médicos, la necesidad de órganos sigue siendo grande”.

Sin embargo, “el significado de la donación para el donante, para el receptor, para la sociedad, no se agota en su ‘utilidad’, ya que se trata de experiencias profundamente humanas y cargadas de amor y de altruismo”.

“Donar significa mirar e ir más allá de uno mismo, más allá de las necesidades individuales y abrirse generosamente hacia un bien más amplio. En esta perspectiva, la donación de órganos surge no solo como un acto de responsabilidad social, sino como una expresión de la fraternidad universal que une a todos los hombres y mujeres”.

El Papa recordó las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica, donde se enseña que “la donación de órganos después de la muerte es un acto noble y meritorio que debe ser alentado como manifestación de solidaridad generosa”.

Asimismo, subrayó la importancia de “mantener la donación de órganos como un acto gratuito no remunerado”. Insistió en que “cualquier forma de mercantilización del cuerpo o de parte de él es contraria a la dignidad humana. Cuando se dona sangre o un órgano del cuerpo, es necesario respetar la perspectiva ética y religiosa”.

En ese sentido, pidió “promover una cultura de la donación que, a través de la información, la sensibilización y vuestro compromiso constante y apreciado, favorezca esta oferta de una parte del propio cuerpo, sin riesgos ni consecuencias desproporcionadas, en la donación en vida, y de todos los órganos después de la propia muerte”.